Happening (de la palabra inglesa que significa evento, ocurrencia, suceso). Manifestación artística, frecuentemente multidisciplinaria, surgida en los 1950 caracterizada por la participación de los espectadores. Los happenings integran el conjunto del llamado performance art y mantiene afinidades con el llamado teatro de participación.
La propuesta original del happening artístico tiene como tentativa el producir una obra de arte que no se focaliza en objetos sino en el evento a organizar y la participación de los "espectadores", para que dejen de ser sujetos pasivos y, con su actividad, alcancen una liberación a través de la expresión emotiva y la representación colectiva. Aunque es común confundir el happening con la llamada performance el primero difiere de la segunda por la improvisación o, dado que es difícil una real improvisación, por la imprevisibilidad. A partir de las experiencias realizadas en 1952 por el músico y compositor norteamericano John Cage y su discípulo Allan Kaprow, surge el movimiento denominado "Happening".
Es una manifestación artística que se caracteriza por la participación del público, donde las acciones surgen espontáneamente, sin previa organización. Es por eso que su tiempo de duración varía y cuando concluye, los finales son irrepetibles.
Es difícil establecer características comunes a los artistas pertenecientes a esta corriente, puesto que cada uno de ellos lo adapta a su forma personal. Entre los representantes más significativos podemos mencionar a: Beuys, Vostell y Kaprow; quienes aunque hayan sabido dibujar y llevar a cabo importantes obras, no implica que sean considerados pintores.
El Happening no ha tenido gran repercusión, ni ha aportado demasiado a la historia de la pintura. Pero en Japón, durante la década del ‘50, los miembros del grupo Gutai se dedican íntegramente al Happening, emprendiendo interesantes trayectorias dentro de la pintura. De todos ellos, el más destacado, es el jefe Jiro Yoshihara.
El happening en cuanto a manifestación artística es de muy diversa índole, suele ser no permanente, efímero, ya que busca una participación espontánea del público. Por este motivo los happenings frecuentemente se producen en lugares públicos, como un gesto de sorpresa o irrupción en la cotidianeidad. Un ejemplo de ello son los eventos organizados por Spencer Tunik en los cuales se implican a masas de gente desnuda.
2. “El happening es ante todo un medio de expresión plástica. Al colocar físicamente a la pintura en (y no, a la manera de Pollock, por encima de) su verdadero contexto subconsciente; el happening efectúa las transmisiones, introduce al testigo directamente en el acontecimiento... es un arte plástico. pero su naturaleza no es exclusivamente “pictórica”; es también cinematográfica, poética, teatral, alucinatoria, social, dramática, musical, política, erótica, psicoquímica” (Jean-Jacques Lebel).
3. “Una situación repentina sin argumentos” (M. McLuhan).
El origen del happening habría que buscarlo en el surrealismo, en el llamado Teatro de la crueldad de A. Artaud y en la práctica misma del collage (entendido éste en su sentido más amplio, que abarca tanto fragmentos u objetos como acciones o personas). El Happening establecía una relación estrecha con el público, inmerso, generalmente, en los espectáculos, reclamando su participación. En el happening intervenían, además, tres medios expresivos: el plástico-visual, el musical (sonidos y ruidos) y el teatral (monólogos y diálogos), aunque a veces incorporaban olores. A pesar de que hacían uso de situaciones espontáneas, no se trataba de meras improvisaciones; el artista-creador preparaba un guión en el que se indicaban el escenario y las acciones, aunque dejaba los detalles a la libre elección de los actores-espectadores. Los trabajos del músico John Cage -sobre todo, sus Conciertos en Black Mountain (1951-1952)- podrían considerarse un precedente histórico del Happening.
Las representaciones de los happenings se realizaban, generalmente, al aire libre, aunque también se desarrollaban en espacios cerrados (tiendas, almacenes, metros, etcétera). El carácter abierto de sus estructuras y la indeterminación espacio-temporal (a veces estas acciones se realizaban en distintos locales y ciudades e, incluso, en diversos momentos, con la intención de romper con el sentido estático del teatro tradicional), hacían casi incompatibles estas manifestaciones con las instituciones artísticas usuales (museos y galerías). Con ello, los creadores de happenings pretendieron mantenerse alejados de los habituales círculos de comercialización. Sin embargo, muchos de estos espectáculos tuvieron como escenario importantes galerías, como la Reben Gallery de Nueva York.
Fue en los Estados Unidos de América donde se realizaron las primeras manifestaciones de happenning, estimuladas por las obras neodadaístas de Jasper Johns y de Rauschenberg. En la Reben Gallerg, Kaprow montaría, en octubre de 1959, su primer happening, que llevaba por título 18 happenings in 6 parts. A este siguieron otros, como Coca Cola Shirley Cannonball?, A Spring Happening, The Courtyard, A service for the Dead. Kaprow se sentía muy cercano al automatismo de la «action painting», en especial al de Pollock, porque existían diferencias notables, pues mientras ésta prescindía de la capacidad crítica de reflexión, el «arte acción» de Kaprow activaba no sólo la imaginación, sino también la reflexión, así como el distanciamiento del espectador con respecto a la acción. Con similar intensidad, y dentro del contexto americano, han realizado happenings Robert Whitmann, que trabajó, fundamentalmente con celofán; Claus Oldenburg, que utilizó objetos en movimiento (los hombres entraban, asimismo, en la categoría de “objetos”); y Jim Dine. Para algunos críticos, estos montajes no fueron más que manifestaciones antiburguesas; un rechazo o una crítica al conformismo desplegado por los artistas pop.
En cambio, en Europa, el happening adoptó un carácter más agresivo y revolucionario, introduciendo en sus montajes motivos o acontecimientos extraídos de la realidad político-social. Pretendió influir sobre ésta para crear una conciencia del individuo, que hiciera “prevalecer en plena realidad el derecho a la vida psíquica”, tal y como aparece recogido en un documento firmado en 1966 por Jean-Jacques Lebel, Wolf Vostell y Jóseph Beuys, entre otros. No obstante, muchas de las situaciones políticas utilizadas no fueron más que simples pretextos para explorar su lado estético y catártico. Para Lebel, que participó en el happening permanente del Barrio Latino en el mayo del 68, la revolución del arte termina justo en el acto mismo de su realización (con motivo del incendio de la Bolsa de París el 24 de ese mes declararía a Vostell haber experimentado un “orgasmo absoluto” ante el mismo). Las cosas fueron muy otras cuando se entabló la lucha callejera entre los estudiantes y la policía, poniendo en evidencia los equívocos o interpretaciones ilusorias de la pretendida identificación arte-vida o arte-política. Los happenings de Vostell realizados en Amsterdam en 19621963 constituyeron, asimismo, otra muestra del divorcio existente entre la provocación artística y la provocación política. Sin embargo, no podemos negar el carácter de crítica simbólica que estos happenings tuvieron respecto de una determinada realidad social y política. Dentro de esta perspectiva social, se desarrolló otro tipo de happening, el ritual, que intentó recuperar los aspectos mágicos y rituales de las sociedades primitivas, así como la liberación de la libido, y cuyos representantes más destacados fueron los miembros del Accionismo de Viena: Otto Mühl con sus Acciones materiales (1964-1966) y sus éspectáculos sangrientos y fecales Oh Tannembaum (1969); Hermann Nitsch con sus juegos de Abrecreación y el Teatro de misterios orgíacos (1970 y 1973, respectivamente). En la misma línea ritual aparecen algunos happenings de Joseph Beu , como Acción en el Festival del nuevo arte (1964), realizada en Aquisgrán, y Partido estudiantil (1970).
Relacionado con el accionismo de los happenings, y en cierta forma paralelo, se encuentra el fluxus, un movimiento que tuvo una gran repercusión, sobre todo en la música y en las nuevas tendencias de ballet. Sus principales inspiradores fueron J. Cage, G. Maciunas, Flynt. D. Higins, W. Vostell y Maxfield, entre otros.
Alejandro Jodorowsy
No hay comentarios:
Publicar un comentario